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Con San Blas al cuello

Ni pastillas para la tos ni miel con limón, lo que realmente evita los males de garganta son los cordones de San Blas.

Cordones de San Blas
San Blas, uno de los santos más populares, nació en Sebaste, Armenia (actual Sivas, Turquía). Fue médico, ermitaño y obispo. Sus reflexiones espirituales le llevaron a retirarse a una cueva solitaria para dedicarse a la oración y a la meditación, llegando a ser muy conocido por su entrega, bondad y sus artes curativas. Su culto se extendió por toda la Iglesia. Durante las persecuciones a los cristianos de principios del siglo IV fue torturado y ejecutado un 3 de febrero, en la época del emperador romano Licinio. 

San Blas, obispo y mártir
Según la historia, San Blas salvó a un niño de morir ahogado por una espina de pescado que se le atravesó en la garganta, de ahí a que hoy sea costumbre invocarle para remediar este tipo de afecciones. En Europa son numerosas las celebraciones a esta fiesta. En Bilbao, por ejemplo, además de adquirir el cordón y bendecirlo en la iglesia de San Nicolás, también se consumen caramelos de malvavisco denominados santiaguitos. 

San Blas en Bilbao
Los cordones de colores bendecidos deben llevarse al cuello durante 9 días, a contar desde el 3 de febrero inclusive. Al terminar, y para que San Blas cumpla su cometido, hay que quemarlos. Es en ese momento cuando uno ya está inmunizado a cualquier enfermedad de garganta. Junto a los cordones y caramelos también se bendicen las tradicionales rosquillas, tortas y galletas. 

Estoy convencido de que los conocimientos médicos del santo tuvieron que ver en la cura de aquel niño, pero en aquella época todo sonaba a milagro. Hoy, quizás, haya que poner más de nuestra parte. Quién sabe. 

Tortas de San Blas

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